Esta es una jornada romántica, con su justa medida, es el día en que el cansancio comienza a hacernos ver la realidad de lo que hemos vivido y tocado con la yema de los dedos, uno comienza a darse cuenta de que ha sido un sueño, que estuvo y se fue, día de contrastes, de un público más tranquilo, incluso la música parece sonar más tranquila.
Pero era inevitable hablar de la pasada madrugada ¿y tú donde estabas cuando …? ¿pero no te pasó nada? Y es así, fue algo desagradable, pero había que pasar página, no se puede olvidar, pero no se puede permitir que se haga de esto una norma o le derroten a uno. Pero del comentario se pasaba a la contemplación, y es que viendo lo que el día ofrecía uno puede caer en el olvido fácilmente, el romanticismo del Viernes Santo ofrece momentos íntimos, y a la vez populares, pero con una cierta tristeza y no es para menos, esto se nos estaba acabando.
En las primeras horas del día salían, la Carretería la Soledad y el Cachorro casi abrazando el final de la madrugá que había concluido, precisamente en Triana, entraba la Esperanza y casi salía el Cristo expirante del Cachorro, más tarde también por la calle Castilla a pocos metros del Altozano se asomaban los nazarenos morados de la O, con estas dos hermandades de Triana acabaría la Semana Santa en el antiguo arrabal si romántica y triste es esta jornada, más melancólica lo es en este barrio el Viernes Santo, aunque ya sabemos que el Cachorro nunca acaba de morir.
Cuando la tarde avanzaba salían a la calle dos hermandades de corte serio San Isidoro y la mortaja y también la Monserrat cuando ya comienza desvanecerse la luz del día, una cofradía que pocos años se la ve con luz natural, de corte decimonónico con aires a otra época no tan lejana y que nos deja ese regusto romántico que posee este día, la vuelta por Molviedro es ya un clásico, pero cada vez hay más publico aquí, no nos engañemos, no es una multitud, pero la belleza del recorrido y la escases de público es lo que lo hace tan especial, en general el Viernes Santo es un día para disfrutarlo de forma intima, si el Cachorro o la O saludan por el Arenal a sus hermandades y van con música pero no es la algarabía de jornadas anteriores, es un día de corte más serio, ya sea por la muerte del Señor o porque sabemos que estamos a punto de decir hasta el año que viene, también de reflexión, como cuando por ejemplo uno se enfrenta a la visión de la mortaja, se vea donde se vea, impacta.
Fotografías: Joaquín Galán:
Pero era inevitable hablar de la pasada madrugada ¿y tú donde estabas cuando …? ¿pero no te pasó nada? Y es así, fue algo desagradable, pero había que pasar página, no se puede olvidar, pero no se puede permitir que se haga de esto una norma o le derroten a uno. Pero del comentario se pasaba a la contemplación, y es que viendo lo que el día ofrecía uno puede caer en el olvido fácilmente, el romanticismo del Viernes Santo ofrece momentos íntimos, y a la vez populares, pero con una cierta tristeza y no es para menos, esto se nos estaba acabando.
En las primeras horas del día salían, la Carretería la Soledad y el Cachorro casi abrazando el final de la madrugá que había concluido, precisamente en Triana, entraba la Esperanza y casi salía el Cristo expirante del Cachorro, más tarde también por la calle Castilla a pocos metros del Altozano se asomaban los nazarenos morados de la O, con estas dos hermandades de Triana acabaría la Semana Santa en el antiguo arrabal si romántica y triste es esta jornada, más melancólica lo es en este barrio el Viernes Santo, aunque ya sabemos que el Cachorro nunca acaba de morir.
Cuando la tarde avanzaba salían a la calle dos hermandades de corte serio San Isidoro y la mortaja y también la Monserrat cuando ya comienza desvanecerse la luz del día, una cofradía que pocos años se la ve con luz natural, de corte decimonónico con aires a otra época no tan lejana y que nos deja ese regusto romántico que posee este día, la vuelta por Molviedro es ya un clásico, pero cada vez hay más publico aquí, no nos engañemos, no es una multitud, pero la belleza del recorrido y la escases de público es lo que lo hace tan especial, en general el Viernes Santo es un día para disfrutarlo de forma intima, si el Cachorro o la O saludan por el Arenal a sus hermandades y van con música pero no es la algarabía de jornadas anteriores, es un día de corte más serio, ya sea por la muerte del Señor o porque sabemos que estamos a punto de decir hasta el año que viene, también de reflexión, como cuando por ejemplo uno se enfrenta a la visión de la mortaja, se vea donde se vea, impacta.
Joaquín Galán.
Fotografías: Joaquín Galán:
San Isidoro:
La Carretería:
La Soledad de San Buenaventura:
El Cachorro:
La O:
Monserrat:
La Mortaja:
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